No hace tantos meses que los sindicatos mayoritarios de este
país luchaban por defender el cien por cien de nuestras prestaciones en caso de
bajas por incapacidad laboral transitoria, para aquellos que ya disfrutábamos
de ellas y para quienes no disfrutaban de ellas. De un tiempo para acá, han
firmado junto al comité de sabios creado al efecto, la necesidad de ajustar a
la baja las pensiones y recomendar la necesidad de ir haciéndose seguros
privados para garantizarse una vida digna una vez nos jubilemos.
Ahora, estos sindicatos mayoritarios, ofrecen a sus
afiliados la posibilidad de suscribir “en unas condiciones inmejorables” un
seguro privado para compensar esas pérdidas de ingresos en casos de baja
laboral. Parece que el camino trazado comienza a vislumbrarse con cierta
claridad.
Es hasta posible que esta desorbitada cifra de parados que
manejamos no se deba a una mera confluencia de factores económicos que, como en
una tormenta perfecta, han venido a sobrevolar sobre nuestro país. Ha generado
un argumentario para defender que las prestaciones por desempleo son
insostenibles. A cuánto estamos de que se nos recomiende, por sindicatos
incluidos, la necesidad de suscribir seguros personales y privados para
garantizarnos unas prestaciones por desempleo dignas. Ya por lo pronto, los
empresarios, más visionarios que los sindicatos, comienzan a decir que si
existen elevadas indemnizaciones por despido no deberían cobrarse las
prestaciones por desempleo.
La muerte por inanición es la peor de todas las muertes, por
la lentitud que conlleva.
Aprendimos a jugar al fútbol de los brasileños; más nos valiera aprender de ellos otras cualidades.
Aprendimos a jugar al fútbol de los brasileños; más nos valiera aprender de ellos otras cualidades.
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