Las verdaderas intenciones que se esconden tras los actos
siempre acaban saliendo a la luz. Nos quitaron las horas que teníamos por
asistencia a entierros de nuestros tíos fallecidos. Nos argumentaron que eran
privilegios con los que el resto de trabajadores –los que quedaban en activo-
de este país no contaban. Nos argumentaron que no se podían pagar estos
dispendios con dineros públicos. Nos argumentaron que teníamos que ser
solidarios.
Ahora, sin embargo, nos autorizan a faltar de nuestros
puestos de trabajo para asistir a los “tradicionales” encierros de nuestra
localidad; tiempo que se nos remunerará debidamente, siempre y cuando lo
fichemos. Lo de argumentar en este caso que se trata de festejos tradicionales
está bien, pero quizá debamos recordar a nuestros dirigentes que tiene más
tradición en el ser humano el acto respetuoso de enterrar a sus muertos.
Sí es cierto que en numerosos municipios, en sus días de
fiestas patronales, se suelen conceder horas libres; no solo en la
Administración, también en las empresas privadas, pero siempre cuando otras
necesidades más básicas están cubiertas y nunca para actos tan triviales, que
no son del gusto de todo el mundo.
Aprovechamos para salir al paso de quienes nos critican que
no hacemos más que “atacar constantemente” al equipo de gobierno. Solo decir
que nuestra actitud es, y ha sido siempre, la de defendernos.
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